sábado, 23 de septiembre de 2017

Inside Job

Más de dos mil años le ha durado el record al paciente Job.

Como el estratosférico salto de longitud de Bob Beamon en 1968 o los más de 13 centímetros de pelo que rebosa de las orejas de Radhakant Bajpaien en la India, todas las plusmarcas mundiales acaban teniendo siempre fecha de caducidad. Solo es cuestión de tiempo que las técnicas de entrenamiento mejoren la capacidad física del ser humano, o que alguien sea más guarro que el bueno de Radhakant y tarde más lustros en cortarse el vello de las orejas.  

Job durante años soportó pacientemente penurias por culpa de la apuesta que se cruzaron Dios y Satán, aburridos ambos un sábado por la tarde. Ganó el primero, que le colmó de riquezas y años extra de vida y perdió el segundo, que retornó al infierno maldiciendo la paciencia de Job y juró encontrar a un nuevo santo que le bajara del pedestal al que Dios le había subido. Vete aquí que más de dos mil años después lo ha conseguido.

El nuevo Job es español y vive en la localidad sevillana de Cantillana. El hombre tenía en 2003 un Ford Sierra que, averiado, decidió llevarlo al mecánico. Éste le pronosticó unos 25 días para arreglarlo y le pidió un adelanto de 2.000 euros de los 2.500 en que le presupuestaron la reparación. Catorce años después todavía espera que su coche salga con el motor encendido por la puerta del taller.

Semana tras semana nuestro Job, sin perder la paciencia, iba a preguntar por su Ford Sierra y cuando no era un problema familiar, era la falta de tiempo y el exceso de trabajo del taller, o  una pieza que faltaba y que tenía que venir de Alemania (es un decir, porque normalmente las piezas que faltan siempre vienen de Alemania). Pero él nunca desconfió, “porque me fiaba plenamente de la profesionalidad de estos mecánicos”.

Pasaron los meses y de su mano las estaciones, las navidades y las semanas santas, y nuestro Job seguía semanalmente peregrinando al taller para recibir una palmadita en la espalda tras pedirle tiempo, porque la pieza esa que había de venir de Alemania la traía Miguel Strogoff junto con el correo del zar. Nuestro Job sevillano se compró un nuevo coche, cansado de ir a todos los sitios andando o en autobús, y cinco años, más de 200 visitas al mecánico y otras tantas palmaditas en la espalda después, decidió en 2008 denunciar al taller a la guardia civil, “porque empecé a creer que ya no me lo iban a devolver”…

Pero la justicia, capaz de mostrarse rauda y eficaz ante cualquier amago anticonstitucional, nueve años después sigue sin poder devolver el coche a su dueño y su denuncia ha sido archivada.

Desconocemos el papel de la mujer de Job en esta historia. No sabemos ni siquiera si estará casado, pero si lo está, tenemos escalofríos de pensar en la puyas de su esposa cada vez que vuelva a casa del trabajo y en el recochineo de sus cuñados cada navidad. No sabemos si tiene descendencia, pero si la tiene sentimos pena por su hijo de catorce años que pronto va a dejar el instituto y sigue sin haber conocido el Ford Sierra de su padre.

Desde aquí pedimos a la Ford que premie a nuestro amigo sevillano por tamaña fidelidad a una marca, pero sobre todo le animamos a que no pierda la paciencia.

Job nos ha hecho caso y su abogado de oficio ha anunciado a la prensa que van a poner una nueva denuncia al taller mecánico… “Hermanos Capdevila”.

¡Catalanes tenían que ser!

Inside Job. Matt Damon
Año: 2010. Director: Charles Ferguson
Sony Pictures Classics


domingo, 16 de julio de 2017

El hombre que nunca estuvo allí

Así se le conocía en la Diputación valenciana. Diez años, diez. Sí, lo habéis leído bien y permitirme que me repita: diez años yendo a fichar a las 7.30 de la mañana para marcharse y volver a las 15.30, hora de salida, solo para fichar de nuevo. Entremedio, sus labores ajenas a las propias de su puesto de trabajo que nunca ocupó. Por posar su dedo índice sobre el aparato lector, dos instantes al día cobraba 50.000 euros al año. Sí, lo has oído bien, 50.000 euros al año.

No esperen que lo critiquen. Es para sacarse el sombrero. Me río del personaje que recreó Leonardo di Caprio en la película de Steven Spielberg, “Atrápame si puedes”, porque nuestro amigo no necesitó de elaboradas falsificaciones, ni de mantener una doble vida. Nuestro individuo simplemente necesitaba por las mañanas lavarse bien las manos para que el aparato lector que registraba la entrada de los trabajadores detectara rápidamente la huella dactilar de su dedo índice y, al menos, no entretener la cola de somnolientos funcionarios que esperaban su turno para entrar, ellos sí, a trabajar.

Me quito el sombrero, porque semejante disciplina dactilar le duró una década. Nadie, absolutamente nadie del departamento por mucho que fuera conocido como “el hombre que nunca estuvo allí”, lo denunció y en los presupuestos anuales año tras año se dedicaron 50.000, euro arriba, euro abajo, a su retribución como jefe de la Unidad de Actuación Bibliográfica en la biblioteca y no por ejemplo, para comprar libros que son el sentido de toda biblioteca. Cincuenta mil por diez….

Sombrerazo al morro que el tío le echaba cada mañana en medio de la cola del resto de trabajadores esperando su dedo el turno e inmediatamente después despedirse con un hasta luego, porque nunca fichó con nocturnidad, aunque sí con alevosía.

Sin embargo, gorrazo en toda su coro-nilla de cara-dura por poder vivir sin reparos y con la conciencia tranquila. Seguramente vanagloriándose de ello en su círculo más íntimo, recordando a sus cuñados el día de navidad que era el jefe de la Unidad de Actuación Bibliográfica en la biblioteca de la Diputación de Valencia, una especie de GEO de la salvaguarda de la cultura popular, mientras se recortan becas, se cuestionan las ayudas a la dependencia y se cierran las puertas a la enseñanza superior a alumnos sin recursos.

Pero lo mejor de todo es que nuestro admirado sujeto, que no firmó ningún trabajo ni informe en estos diez años, alega que él solo hizo lo que “me han pedido que haga” y amenaza con que “un día contaré porque me mandaron al archivo”. Otra víctima del sistema en este país donde el 25% de los estudiantes universitarios sueña con ser funcionario.

El hombre que nunca estuvo allí. Billy Bob Thornton, Frances McDormand
Año: 2001. Director: Joel Coen
USA Films


martes, 2 de mayo de 2017

Vivir sin aliento

Ramiro (nombre totalmente ficticio. Por favor, que ningún Ramiro se sienta identificado) iba siete días a la semana al gimnasio. Mantenía un cuerpo moldeado sin apenas una pizca de grasa, brazos musculados, piernas fibradas, torso imponente y abdomen de tableta de chocolate.

A su cuerpo unía unas facciones suaves de belleza latina, pelo y piel morena en la que destacaban sus ojos azules. Tenía un carácter encantador y hasta sabía tocar perfectamente la guitarra, por lo que tenía todos los ingredientes para que una mujer detrás de otra cayeran rendidas a su influjo masculino. ¿Todos? Sí, todos. Sobre todo uno: el mal aliento…

Pobre Ramiro. Desconocía que  tres de cada diez mujeres confiesa que lo que le aleja de un hombre en la intimidad es el mal aliento, muy por encima de la falta de erección (16%) y la eyaculación precoz (12%).

Pues eso. Resulta que según un estudio realizado por la Federación Española de Sociedades de Sexología, al 29% de las mujeres se le evapora la libido por lo que se conoce por halitosis. Ramiro, mientras se mantuvo a una distancia prudencial, donde solo eran evidentes sus músculos y su cara agraciada, forjó su éxito. Cuando acercó su boca a la de su pareja en la almohada que ambos compartían y apagó la luz, se le chafó la guitarra.

El mismo estudio nos dice que, en la edad media, en Gales, la mujer podía separarse de un hombre por tres motivos: la lepra, la falta de satisfacción sexual y, en tercer lugar, el mal aliento.

Desconocemos el índice de divorcios en Gales durante la edad media y si más de un hombre aceptó resignado el ultimátum de su cónyuge o resolvió la solicitud con un golpe de espada o garrote. No creemos que los recios hombres galeses de la edad media mantuvieran una correcta higiene dental, con lo cual mucho nos tememos que los notarios públicos o en su defecto los golpes de espada y de garrote de las aldeas galesas vivían una actividad frenética.

Ramiro. Toma nota. Las mañanas son muy peligrosas. Después de dormir, por la inactividad de la boca que deja de segregar saliva, los restos de alimentos que quedan sufren un proceso de putrefacción que aumenta el mal aliento. Mirar amorosamente a los ojos de tu pareja, después de despertarse por la mañana y pronunciar cerca de su cara un cariñoso buenos días, puede considerarlo tu acompañante anticonstitucional.

Ramiro. No dejes para la mañana lo que puedas hacer en la noche de hoy.


Vivir sin aliento. Richard Gere, Valérie Kaprisky
Año: 1983. Director: Jim McBride
Metro-Goldwyn-Mayer




lunes, 3 de abril de 2017

El abuelo tiene un plan

“Solicitud de remisión del listado de fondos públicos de la Administración general del Estado, destinados a pagar posibles favores sexuales, amistades especiales, silencios, compras de voluntades y aventures cárnicas del anterior jefe de estado durante los años de su mandato, con detalle de las cantidades abonadas y de las persones beneficiadas”. 

La solicitud viene de un senador por el partido Compromís. No voy a juzgar las miserias del anterior jefe de estado. La prensa y la opinión pública ya se han encargado y posiblemente se encargarán mucho más de juzgarlas (aunque creo que siempre deberíamos matizar el valor de la palabra miseria). Sinceramente, me ha impactado utilizar en esta petición oficial con membrete del senado, la expresión “aventuras cárnicas” y sobre todo imaginar la dificultad que tiene que ser buscar cifras para contabilizarlas.

Afortunadamente, Don Juan Carlos tiene tiempo para arremangarse y escudriñar en aquellas cajas donde acumulamos viejos papeles, recibos y facturas, cualquier justificante de sus escarceos, con o sin protección. Puede abrir un excel e ir rellenando por columnas fechas, beneficiado y concepto: ramos de flores, habitaciones de hoteles, regalos u objetos varios que ayudaron a sus menesteres sexuales. ¿Con IVA o sin IVA?

Es más, impactado por ese interés fiscal por acreditar las aventuras cárnicas, me he querido informar y preguntar a una de las meretrices que viven de ellas si después de un servicio podría emitir un justificante.
“No hace falta especificar el tiempo. Con poner la fecha y el importe es suficiente”, le he aclarado.
Me colgó por rarito. “Y eso que en mi trabajo me sobran las peticiones raritas, pero la de usted me supera”.

No le tengo inquina. Para qué negarlo. Quizá por haber crecido viendo su cara y envejecido con él. La historia será la que le juzgará, como siempre se dice, pero está claro que para bien o para mal ha tenido en ella un peso específico importante. Sin embargo, parece ser que nuestro abuelito simpaticote y campechano dejaba mucho que desear en su vida marital.

En pleno siglo XXI a los monarcas caídos en desgracia ya no se les pasa por la guillotina. La sociedad ha evolucionado y el actual cadalso es publicar con pelos y señales todos sus excesos en la prensa, ser carne de comentarios en los medios de comunicación y redes sociales y arremeter sin rubor en su contra, porque el respeto se gana, no se obtiene por nacimiento.

“No admitir a trámite ya que se solicita una documentación que constituye información clasificada, de la cual legalmente solo se puede dar cuenta a través de los medios establecidos en la legislación en materia de secretos oficiales y gastos reservados”.

Ufff. Menos mal. Si te apellidas Rey, has sido una mujer Bárbara y te has abrazado con fervor a la monarquía, aún existen privilegios.


¡Vaya trabajo que se ha ahorrado nuestro abuelito!

El abuelo tiene un plan. Paco Martínez Soria, Isabel Garcés
Año: 1973. Director: Pedro Lazaga
Estudios Roma Filmayer



lunes, 27 de marzo de 2017

Terminator 2: el juicio final

Sarah. Lo siento, no lo lograste. Las máquinas vencieron. A pesar de tu intento de destruir Skynet, ellas se salieron con la suya y ahora dominan el mundo. 

No nos matan ni intentan aniquilar la raza humana. Han sido más inteligentes de lo que tú previste y sobre todo más astutas. Me bombardean a diario con las fechas de cumpleaños de mis conocidos y amigos y me obligan a felicitarlos cuando antes solo lo hacía a los más íntimos, familia y para de contar.

Me presionan para desear una feliz navidad y un maravilloso año nuevo a todo bicho viviente, cuando antes solo enviaba un par de felicitaciones en papel por correo en un sobre al que se le pegaba un sello -¿lo recuerdas?- y para de contar.

Me coaccionan a seguir con todo lujo de detalle las vacaciones, viajes y vida súper feliz de mis amigos y conocidos, cuando antes solo sabía la de aquellos que me encontraba de forma casual en la calle y para de contar.

La gente se escandaliza porque las máquinas deciden el ganador de un concurso de talentos en televisión, cuando antes han decidido el nombre del presidente de los Estados Unidos.

Me obligan a estar conectado al correo electrónico, cuando antes me podía olvidar del trabajo una vez escapaba de él el viernes y ya no miro la tele con la misma ingenuidad de pequeño, cuando veía los Chiripitifláuticos o el Un, dos, tres responda otra vez, pues según uno de los últimos de la resistencia que ha luchado con tu hijo, y que se esconde en una embajada, a través de sus pantallas nos espían si vamos en calzoncillos por el comedor.

No obstante, Sarah, en algo erraste. No han tomado la forma de terminators con aspecto humano en su exterior y cyborgs inteligentes y despiadados en su interior. Son más pequeños, algunos más pequeños que una mano y forman parte de nuestras familias. Y son un ejército. Millones que han entrado en nuestra casa y nos dominan. No se llaman T-800, T-1000 o T-X como los que querían “terminar” contigo o tu hijo. Se les conoce como S-7, P-10 o I-7.

Tranquila. No viajarán al pasado para matarte antes de que concibas a tu hijo. Siento decirte que tu hijo John Connor ha sido capturado. No hace mucho me lo encontré en la cola del Mobile World Congress de Barcelona, interesándose por los coches manejados por internet que decidirán ellos el trayecto y los móviles controlados por voz.

El mismo de la embajada me dijo que lo vio después peregrinar sin rumbo entusiasmado cuando supo que se discutía sustituir a los árbitros de fútbol por tecnología digital, para acabar con los goles mal anulados y los penaltis inexistentes.

No le guardes rencor a tu hijo, Sarah. Quizá el fútbol pierda su esencia pero anímate pensando que tal vez la inteligencia artificial acabará con lo que ni es artificial y menos inteligente, y dejemos de sufrir errores de la raza humana como Estudio Estadio o El Chiringuito de Jugones.

Quizá las máquinas nos hagan un favor.

Terminator 2: el juicio final. Arnold Schwarzenegger, Linda Hamilton
Año 1991. Director: James Cameron
Carolco Pictures

lunes, 20 de marzo de 2017

Durmiendo con su enemigo

Siete de la mañana. Suena el despertador. Abro los ojos y el ruido de la calle y la tenue luz del día que se cuela de entre las rendijas de la persiana me confirman que sigo vivo. He sobrevivido una noche más y doy gracias al destino por las nuevas 24 horas de vida que se me han concedido.  

Muchos de nosotros desconocemos la suerte que tenemos de despertar vivos cada mañana. No sabemos que cada vez que nos quedamos dormidos jugamos a la ruleta rusa para apretar el gatillo justo cuando la única bala del cargador está a punto de ser percutida.

Un estudio ha revelado que las mujeres duermen menos que los hombres. Un 10% más que los varones reconoce que no duerme bien y que necesitaría más horas de sueño para ser felices. Pero la amenaza para la supervivencia del mal denominado sexo fuerte es que dos de cada tres afirman que si no pueden descansar lo suficiente es por culpa de los ronquidos de su pareja de colchón.

Si hay algo más peligroso que una mujer enfadada es una mujer enfadada a las siete de la mañana con falta de sueño. Son momentos en que la teoría de Darwin sobre la evolución se contradice y el hombre, perdón la mujer, retrocede y vuelve al simio, el mismo que como en la película 2001: una odisea del espacio descubre la violencia. En la película fue un hueso, en la realidad puede ser el cuchillo de cocina japonés que regala La Vanguardia si reúnes cinco cupones. Cualquiera de los dos sirve de un certero golpe para acabar con la agonía de los caracoles.

Por eso cuando nos despertamos, hombres de la cofradía del ronquido, alegrémonos de tener la oportunidad de vivir un nuevo día y disfrutémoslo como si fuera el último, porque puede ser que cuando el sol se esconda de nuevo Morfeo no venga solo, sino acompañado de Némesis, la diosa de la venganza, y disfruten ambos de una noche de locura y sexo.

El pasado viernes se celebró el Día Mundial del Sueño y el presidente de la Sociedad Española del Sueño despertó para advertirnos que, además de liberarnos del estrés y la ansiedad, dormir adecuadamente ayuda a controlar la obesidad y a mejorar los tratamientos de belleza, y quién no quiere que su pareja sea más guapa cuando los amigos de la biblia nos recuerdan que la feminidad virtuosa es la goma que une a la civilización. Pero también nos informó que dormir poco acorta la vida...


Que cada uno decida su destino.

Durmiendo con su enemigo. Julia Roberts
Año 1991. Director: Joseph Ruben
20th Century Fox

lunes, 13 de marzo de 2017

El planeta de los simios

Resulta que un informático de Barcelona (discúlpenme los informáticos barceloneses, no creo que sea una cuestión de genes, también podía ser un bombero de Valladolid) ha decidido no tener hijos, y para que conste en acta lo ha puesto por escrito en una carta al director en el periódico. Su principal razón: evitar que su futuro vástago se sume a la lista de indeseables que no hacen otra cosa que malgastar su juventud “bailando canciones con altísimo y denigrante contenido machista”, "sufren daño psicológico en el colegio que les puede conducir al suicidio", y "no son educados ni conocen el efecto de la buenas acciones".

Poca confianza tiene el informático en su capacidad como educador y menos como padre y mucho menos en que su futuro retoño rompa afortunadamente la regla y acabe como investigador biotecnológico, o simplemente como un responsable y respetado camarero.

Si todos tuviéramos la confianza en la reserva como nuestro atribulado informático, a la raza humana le quedarían un par de telediarios. El tiempo justo para que, desaparecidos los recién nacidos, el último niño vivo muriera de anciano.

Sin entrar en guiones de películas de ciencia ficción -os imagináis un mundo habitado por apenas unos centenares de ancianos que fueron en su momento los últimos clientes de los paritorios antes de que la sociedad decidiera cerrarlos- nuestro amigo hace esta declaración de principios paternos convencido de que pocos informáticos, o bomberos, o camareros, o… seguirán su ejemplo y aunque él viva su madurez sin la incomodidad de la educación de niños y nietos, la sociedad siga procreando para que él pueda disfrutar precisamente de su madurez.

La lectura de tu carta al director me ha puesto sinceramente los pelos de punta. Está claro que si los hijos los consideras un programa informático, siempre con la misma respuesta cada vez que los cargas en el ordenador, vamos mal.

Si no confías en que son más allá que un simple sistema numérico de códigos binarios y que, como materia viva y sobre todo inteligente, son una máquina imperfecta y, por ello, es apasionante educarlos, seguimos yendo mal.

Nuestro particular informático decide que, como no puede descontaminar el aire, resuelve "no plantar la semilla" para que ésta, una vez germinada, se contamine en contacto con la sociedad y declara que espera que, dentro de 100 años, "no nos sigan obligando a radicalizar nuestros pensamientos en contra de la felicidad". 

Suerte que no hay muchos otros informáticos, o bomberos, o camareros o investigadores biotecnológicos que piensen como tú. Si no, dentro de 100 años el planeta estaría colonizado por los simios.


El planeta de los simios. Charlton Heston, Roddy McDowall
Año 1968. Director: Franklin J. Schaffner
20th Century Fox